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ISABEL ZENDAL Y ‘LA EXPEDICIÓN BALMIS’

Fraternidad-Muprespa
Autor
Jesús Pedroso

El 30 de noviembre de 1803 zarpó del puerto de La Coruña la corbeta María Pita. Comenzaba así la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, popularmente denominada “Expedición Balmis”, en honor al médico alicantino de la corte de Carlos IV, Francisco Javier de Balmis y Berenguer, que capitaneó esta hazaña histórica contra la pandémica viruela por tierras de América y Asia. En el navío viajaba una sola mujer, Isabel Zendal Gómez.

Antecedentes

La viruela venía siendo una enfermedad contagiosa y muy letal desde mucho antes en todo el mundo. El faraón egipcio Ramsés V, el emperador azteca Moctezuma y Carlos I de España fueron algunas de sus víctimas mortales con treinta siglos de diferencia. También la padecieron personajes como Mozart, Abraham Lincoln, Rubén Darío o el mafioso Lucky Luciano, aunque la lista de famosos afectados a lo largo de la historia resultaría sorprendente.

Según la OMS, la viruela causó más de 300 millones de muertos en las ocho primeras décadas el siglo XX. En diciembre de 2019 se conmemoró el 40º aniversario de su total erradicación.

El médico e investigador inglés Edward Jenner (1749-1823), “el padre de la inmunología”, descubrió la vacuna contra la enfermedad a finales del siglo XVIII. Observó que las personas que trabajaban con vacas contraían un tipo de viruela más leve que no dejaba secuelas y sanaba rápidamente. Decidió inocular este virus, extraído de mujeres ordeñadoras en su mayoría, a personas sanas, con resultados positivos: contraían la enfermedad más benigna, y cuando sanaban se les inoculaba a continuación el virus más letal de la viruela, comprobando que no se contagiaban.

El descubrimiento llegó pronto a España, en donde el monarca había perdido a varios familiares por esta causa.

Isabel Zendal en la expedición

En 1802 la viruela estaba matando a muchos habitantes de tierras de América y de Filipinas. La corte del rey borbón Carlos IV impulsó esta expedición marítima, sanitaria, científica y humanitaria para propagar la vacuna allende los mares por las colonias del reino. A bordo del navío viajaba Isabel Zendal, con la misión de cuidar de los 22 niños que transportarían la vacuna en sus propios cuerpos. Se les iba inoculando el virus bovino de dos en dos y cuando desarrollaban la enfermedad, pasaba a otros dos por medio de la extracción del fluido de las pústulas. Un procedimiento innovador, no exento de polémica, para el que se isabel_zendal_gomezhabía intentado reclutar a niños de familias gallegas pero, ante la negativa de sus padres, se optó por huérfanos de la Casa de Expósitos de La Coruña, de la que Zendal era rectora, dependiente del Hospital de la Caridad. Su llegada a esta institución en 1800 supuso una drástica reducción de la mortalidad infantil, imponiendo orden, higiene y mejores condiciones de vida para los huérfanos.

Para la misión que estaba a punto de iniciarse se solicita su presencia en un escrito oficial: «…que la Rectora de la Casa de Expósitos de esa ciudad sea comprendida en la misma expedición en clase de enfermera». Su propio hijo también fue embarcado como “niño vacunífero”. Se ha averiguado que Isabel era madre soltera, condición que hace más meritorio su nombramiento como rectora de la casa de expósitos y su elección para el gran viaje, pues en aquella época ciertas actividades relacionadas con la infancia solo estaban reservadas para “mujeres de probidad” y no se veía con buenos ojos tener hijos fuera del matrimonio. Su probidad nunca estuvo en entredicho.

Isabel Zendal se encargaría de su cuidado, salud e higiene. Y de darles cariño, como hizo en la inclusa coruñesa bajo su rectorado. Durante la arriesgada travesía solo morirían dos de ellos, de los poco más de veinte que viajaban a bordo. Nunca volvieron. Se cree que muchos fueron adoptados por familias de Nueva España, territorio que abarcaba el actual México.

En 1950 fue considerada por la Organización Mundial de la Salud como la 'primera enfermera de la historia en una misión internacional'

Balmis escribió: «La Rectora, que con excesivo trabajo y rigor …perdió enteramente su salud infatigable …ha derramado todas las ternuras de la más sensible madre sobre los angelitos que tiene a su cuidado». El jefe de la expedición destacó así la gran labor realizada por esta gran mujer.

En 1950 fue considerada por la OMS como la “primera enfermera de la historia en una misión internacional”. La deuda histórica con este personaje excepcional quedó saldada.

Actualmente, la enfermera gallega supone todo un enigma. Su año de nacimiento ha generado no pocas dudas e investigaciones, que finalmente se ha datado en 1771. Hay quien opina que era de origen vasco o navarro. Incluso con antepasados ingleses  o irlandeses, algo nada extraño en una tierra en la que arribaban barcos a sus costas procedentes de las islas británicas, cuyos marineros terminaban casándose con mujeres gallegas. Hasta su apellido tiene varias versiones, según documentos de la época (Zendal, Zendala, Sendala, Sendalla, Sandalla, Gandalla, Gandulla). Tampoco se sabe la fecha de su fallecimiento, probablemente en Puebla (México), a donde se trasladó para reunirse con su hijo, al que había dejado allí en la primera fase de la expedición antes de partir para Filipinas. Se perdió su pista y ya no se supo nada más de ella. 

Sobre su figura y la expedición se han escrito novelas, textos históricos y algún cómic. La película española “22 Ángeles” (2016) narra esta increíble gesta y el papel que jugó Isabel en el peligroso viaje. Casi todos los trabajos fueron publicados ya entrado el actual siglo. También existe una asociación para dar a conocer la figura de tan insigne gallega y un grupo empresarial en Galicia inspirado en su apellido, ZENDAL, orientado a la investigación, el desarrollo, la fabricación y la comercialización de vacunas y otros productos para la salud humana y animal. 

Ahora acaba de inaugurarse un centro hospitalario en Madrid que lleva su nombre, el Hospital Enfermera Isabel Zendal.

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