Factores y gestión del talento

Factores y gestión del talento

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Fraternidad-Muprespa

Actualmente todas las grandes empresas cuentan con un departamento, área o grupo de trabajo -sea interno o externalizado- con funciones específicas y orientadas a la gestión del talento de sus asalariados presentes y futuros. Sin embargo, en las empresas de menor tamaño y menos presupuesto económico esta labor se convierte en todo un reto plagado de obstáculos, debido a la competencia de aquellas corporaciones, cuya organización interna facilita el logro de este objetivo de manera más eficiente, de forma que resultan más atractivas para los potenciales candidatos.

La gestión del talento implica localizar, atraer, desarrollar y retener esta cualidad tan necesaria para realizar, con las máximas garantías, un desempeño óptimo de las tareas que requiere el puesto de trabajo.

Pero ¿qué es el talento profesional? En líneas generales se trata de la singularidad que caracteriza a un conjunto elegido de personas, portadoras de ciertas habilidades excepcionales, individualmente consideradas, para acometer una actividad profesional con más posibilidades de éxito que quienes carecen de ella.

Estas habilidades variarán según las tareas encomendadas, pero el “modelo de los tres anillos” de Joseph Renzulli, psicólogo estadounidense, puede servirnos para comprender mejor el concepto de talento.

Para Renzulli, que aplicaba su teoría en el ámbito educativo, se puede medir el potencial talentoso de una persona por la convergencia de tres rasgos: en primer lugar una capacidad intelectual por encima de la media, en segundo lugar un alto grado de implicación, motivación y compromiso y, por último, la creatividad. La efectiva interactuación de estos tres rasgos daría lugar a la calificación de persona con talento.

Pero hemos de entender que una excelente aptitud académica o intelectual -rasgo primero- no garantiza por sí sola el éxito profesional, objetivo que puede lograrse con menor dificultad si hay compromiso y creatividad.

Entonces ¿con talento se nace o se hace? Sin duda hay personas que nacen con unas condiciones extraordinarias que se reflejan en una facilidad extrema para absorber conocimiento y obtener un expediente académico excelente. Pero este factor genético de lo intelectual no sirve de nada si no se aplica para dar respuestas, buscar soluciones y conseguir resultados satisfactorios ante los desafíos cotidianos que se nos presentan. De esta forma, independientemente de la genética, cualquiera es susceptible de desarrollar cierto nivel de talento sobre la base del conocimiento, la voluntad y la inventiva.

Imagen articulo gestión del talento

Por tanto, el primer paso es el SABER -aptitud-, entendido como conjunto de conocimientos adquiridos mediante el estudio teórico o por medio de la experiencia (aspecto empírico). Una persona aislada en un medio natural que no ha aprendido ni siquiera a leer puede gozar de grandes conocimientos para interpretar los cambios de estaciones, prever variaciones climatológicas y encontrar agua (talento para la supervivencia).

El segundo paso será la voluntad de utilizar ese conocimiento con perseverancia y esfuerzo, poner en marcha el vehículo del COMPROMISO -actitud- para dar sentido al trabajo previo de aprender y a las experiencias vividas. Hay personas que carecen del espíritu de sacrificio para activar sus habilidades o fortalezas presuntamente adquiridas o, simplemente, las tienen adormecidas por no usarlas. «El talento es algo bastante corriente. No escasea la inteligencia, sino la constancia», expresó con acierto la novelista Doris Lessing.

Por último, una vez activadas las aptitudes personales, se busca y se encuentra la solución, se logra el resultado más óptimo, se realiza el trabajo, encontrándonos ante lo que denominamos CREATIVIDAD o proceso de creación, porque sin este componente nada es posible, ni la evolución, ni la mejora individual ni colectiva ni la expresión del talento. Por ello, el talento también es entendido como un instrumento que facilita el desarrollo personal en aquellas actividades profesionales en las que se requieren ciertas habilidades especiales. La satisfacción por un arduo trabajo bien hecho mejora a la persona que lo ha llevado a cabo.

La valiosa cualidad del talento profesional es sobre todo inteligencia; inteligencia para aprender y comprender, inteligencia para implicarse y comprometerse e inteligencia para combinar factores en la búsqueda de soluciones y consecución de objetivos.

«El talento no ha de servir para saberlo y decirlo todo, sino para saber lo que se ha de decir de lo que se sabe» (Larra).