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Emprendedores 2019-2020: datos, crisis y otras consideraciones.

Fraternidad-Muprespa
Autor
Jesús Pedroso

Una persona es aquello en lo que cree

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En el último informe de GEM España sobre la situación del emprendimiento, anterior al impacto de la pandemia por Covid-19, se refleja que 6 de cada 100 personas adultas habían iniciado un negocio, subrayando que el ecosistema emprendedor en 2019 continúa estancado. Concretamente, la tasa de actividad emprendedora total (TEA o total entrepreneurial activity), que es la referida a la fase inicial de un negocio, supuso el 6,1%. El trabajo de investigación y las conclusiones se han llevado a cabo mediante encuestas a una parte de la población adulta y a las opiniones de los expertos.

La TEA constituye el principal indicador en el que se basa el proyecto GEM y corresponde a la suma del porcentaje de emprendedores nacientes y el porcentaje de emprendedores nuevos en la población comprendida entre las edades de 18 y 64 años.

Según este estudio, el emprendimiento consta de 4 fases:

  1. EMPRENDIMIENTO POTENCIAL o la intención de emprender en los próximos 3 años.
  2. EMPRENDIMIENTO NACIENTE o que aún no ha superado los 3 meses de actividad (fase inicial 1).
  3. EMPRENDIMIENTO NUEVO o en fase de consolidación, entre los 3 y los 42 meses de existencia (fase inicial 2).
  4. EMPRESAS CONSOLIDADAS o con una actividad continuada que ha superado los 42 meses.  
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   Datos destacables

  • Emprendimiento por necesidad. En el año 2019, aún sin la influencia de la crisis sanitaria global, un 42,3% de la población emprendedora inició algún tipo de negocio con el objetivo de “ganarse la vida debido a que el trabajo escasea”. Aunque el informe ya no clasifica las motivaciones emprendedoras en “por necesidad” y “por oportunidad”, hacerlo acuciado por la precariedad o por un futuro incierto no parece la opción más deseable.
    El escenario ideal es otro.Las personas que llevan a cabo iniciativas emprendedoras motivadas por la convicción de encontrarse ante una oportunidad suelen ser emprendedores que investigan y entienden el devenir del mercado, planifican muy bien sus proyectos y cuentan con especialización suficiente en el sector en el que deciden implantarse.

«Los hombres solo aceptan el cambio resignados por la necesidad y solo ven la necesidad durante las crisis» Jean Monnet.

  • Los emprendedores en fase inicial tenían una edad media que rondaba los 40 años. La población laboral envejece y, por tanto, la edad de quienes desean iniciar un proyecto individual también aumenta (como dijo alguien, «nunca es tarde para ser quien podrías haber sido»). De hecho, los emprendedores de más edad tienen más éxito, quizás debido a su experiencia, conocimientos y mayores recursos económicos, aunque las iniciativas con más base tecnológica se da entre los más jóvenes.  
  • La brecha de género en la actividad emprendedora en esta fase continúa estrechándose en los últimos años, siendo la TEA del 6,3% en hombres y el 6% en mujeres.
  • Nueve de cada diez nuevas empresas, aproximadamente, cuentan con menos de 5 empleados, pero el porcentaje de nuevas empresas que emplea a más de 5 personas ha aumentado de un 4,6% a un 13% en el último lustro. Las expectativas de algunos emprendedores reflejan un cierto conformismo -o realismo-, pues un 25% de los autoempleados cree que seguirá sin contratar a ningún trabajador en los próximos 5 años. La pandemia habrá incidido y elevado el escepticismo y la incertidumbre.
  • Las cifras relativas a la internacionalización de los proyectos resultan insignificantes. El porcentaje de nuevos negocios españoles en fase inicial que factura más de un 25% en mercados extranjeros es de un pobre 7%, notablemente inferior a la media de la UE (18,8%) y a la media de las economías de altos ingresos (16%). La actual crisis, con un nuevo sentido de la globalización, por no decir que se ha provocado su coma inducido, va a suponer una prueba de fuego para las empresas españolas más exportadoras. Muchos países están empezando a repatriar la actividad fabril de sus industrias nacionales, una decisión que penalizará a nuestro país, donde la industria -sector esencial en cualquier economía- representa un pobre 16% del PIB, cuando en la transición democrática era de un 30% aproximadamente. La reconversión industrial española llevada a cabo hace más de tres décadas, instada desde la Comunidad Europea, supuso el principio de lo que ahora estamos sufriendo.
  • En el ámbito de la innovación, un 66% de los emprendimientos en fase inicial no desarrollaron nuevos productos o servicios, un 20% creó nuevos productos en mercados locales, un 11% en el mercado nacional y únicamente un 3% en el mercado internacional. Tampoco diseñaron nuevos procesos de producción de bienes o servicios un 70% de las iniciativas.
    El emprendimiento innovador es uno de los motores que impulsa el desarrollo económico, un factor indispensable para cualquier economía. Fomentar adecuadamente el emprendimiento en general y el innovador en particular, ante la nueva crisis económica, que se prevé de una magnitud considerable, tiene que convertirse en objetivo prioritario para el Gobierno de España. Ello conlleva también fortalecer la industria nacional, porque según el Foro de Empresas Innovadoras un 40% de la innovación empresarial se desarrolla en el sector industrial.
  • Un 90% de los emprendimientos de hasta 42 meses de vida se integran en sectores de bajo nivel tecnológico, un 6% lo ha hecho en sectores de nivel medio y un 4% en los de alto nivel tecnológico. El componente tecnológico de la industria española está por debajo de la media europea, sector en el que se va a necesitar más protagonismo de empresarios y emprendedores para sortear la era poscoronavirus.
  • Intraemprendimiento. Solo el 1,7% manifiesta haber participado en la puesta en marcha de ideas e iniciativas emprendedoras para las organizaciones en las que desempeñaban sus actividades profesionales en los últimos tres años. Cifra también por debajo de la media de los países de la UE (4,8%) y del grupo de países con un alto nivel de ingresos (4,2%). Por CCAA, los mejores datos de intraemprendimiento se observan en Aragón (2,7%), Madrid (2,4%), y Navarra (2,2%).
    Se considera intraemprendimiento a toda actividad emprendedora realizada por trabajadores asalariados y cualificados en el ámbito de sus empresas, cuando participan activamente liderando la investigación o el desarrollo de nuevos productos o servicios, nuevos procesos productivos o creando nuevas empresas o modelos de negocio aprovechando los medios y recursos económicos de sus organizaciones. De esta manera nacen entidades en el seno, y con la ayuda y promoción, de las organizaciones principales:
  1. Spin-off o Spin-out: escisión de una parte de una empresa (un departamento, un área, una división o un proyecto) para crear otra nueva, de forma que logra la independencia de la matriz “incubadora”, pero sigue colaborando con ella.
  2. Startup: empresa de base tecnológica creada por una empresa mayor para satisfacer ciertas necesidades no contempladas hasta el momento o generar valor en el mercado.
  • El miedo al fracaso merece especial atención en España, un indicador que es percibido por más de la mitad de la población española como un importante obstáculo para emprender, concretamente un 55%, que sigue afectando más a las mujeres que en los hombres. Se trata de una barrera psicológica que tiene su origen en la “filosofía del éxito” que impera en la sociedad, donde se nos muestra que solo tienen cabida los triunfadores que vemos a diario en los medios, ignorando que detrás de cada éxito ha habido antes un sinfín de fracasos para un luchador que no se ha rendido hasta lograr su objetivo. La vergüenza ante “el qué dirán”, el miedo a decepcionar a su entorno social y familiar y la imaginaria estigmatización como “fracasados” frenan expectativas que, a priori, podrían ser interesantes. Pero lo más probable es que quien se deja arrastrar por esta desconfianza no tenga una verdadera mentalidad emprendedora.
  • Formación. Los emprendedores con estudios superiores (licenciado, ingeniero, grado o equivalente) o de postgrado (máster o doctorado) representaban el 46,5% del indicador TEA, frente al 53,5% con un nivel de educación inferior. Ciertamente, las personas con estudios superiores, sobre todo en ramas tecnológicas como la ingeniería, suelen encontrar empleos mejor remunerados y ni siquiera se plantean arriesgar su futuro con el autoempleo.

«Se debe tener especialmente en cuenta la formación de las personas y el fomento de sus capacidades emprendedora e innovadora, lo que les permita generar y posteriormente transferir su conocimiento al entorno, empresas y otros agentes, de un modo eficiente» Federico Gutiérrez-Solana Salcedo (Director de CISE)

  • En 2019, el 70,5% de los emprendedores nacientes (negocios con menos de 3 meses de existencia) declaró que había necesitado una inversión por encima de los 121.000€ de media para poner en marcha y desarrollar su proyecto. Es el denominado “capital semilla” que todo negocio requiere para comenzar su andadura.
    La falta de financiación es el obstáculo principal ante el que se topan los potenciales emprendedores y que suele acabar con sus sueños antes de empezar. Un dato a recalcar es que los business angels en España solo aportan de media el 3,70% de capital en los proyectos incipientes.
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  • Por sectores, los proyectos en fase inicial (hasta 42 meses) se reparten desigualmente: consumo (41%), servicios (34%), transformador (20%) y extractivo (5%). Teniendo en cuenta la clasificación habitual de los sectores de la economía -agrícola, industria, construcción y servicios- no resulta extraño que el 75,5% de los trabajadores afiliados al sistema de la Seguridad Social en términos absolutos (cuenta propia y cuenta ajena) se encuadren en el sector servicios, un dato que representa una realidad indeseada. Corresponde a los poderes públicos variar e invertir esta tendencia fomentando la industrialización tecnológica y sostenible.
  • Con respecto a otros países de la UE, vemos algunos signos negativos en España (el porcentaje de emprendedores potenciales, el nivel de actividad emprendedora en fase inicial y el porcentaje de empresarios consolidados se hallan por debajo de la media europea) y otros positivos (los emprendedores con negocios nuevos están en la media europea y el porcentaje de personas que abandonaron sus proyectos se hallan por debajo de esa media).

«Aún tenemos algunos aspectos importantes en los que podemos mejorar, como la baja percepción de oportunidades, el elevado miedo al fracaso o la falta de una verdadera cultura emprendedora» Ana Fernández Laviada (Presidenta del observatorio Red GEM España)

Conclusiones

Los expertos entrevistados por el observatorio GEM España recomiendan la puesta en marcha de una serie de medidas para optimizar el ecosistema emprendedor nacional:

  • Diseño de políticas gubernamentales que reduzcan las trabas administrativas. España no acaba de dar con la tecla para reducir la burocracia en la creación de nuevas empresas. La agilidad de la administración en los procesos burocráticos brilla por su ausencia. Un problema sistémico tan arraigado que ya se percibe con toda naturalidad.
    En el informe Doing Business (facilidad para hacer negocios) del Banco Mundial, España ocupa el puesto 97 de 190 en facilidades administrativas para la apertura de un negocio, donde constituir una empresa nos ocupará cerca de 13 días (el ranking lo lidera Nueva Zelanda, país en el que se puede constituir una sociedad en medio día, cerrándolo Venezuela).
    Para un 85,3% de los entrevistados, en España estas políticas gubernamentales son un obstáculo para la actividad emprendedora.
  • Revisión de la legislación fiscal que incentive la actividad emprendedora. En el pago de impuestos, España se halla en el puesto 35 de países con menor carga fiscal según el ranking citado en el punto anterior. En fases de crisis económicas surge inevitablemente el debate entre quienes abogan por elevar la presión fiscal a empresas y ciudadanos, para aumentar los ingresos del Estado, y quienes opinan lo contrario, bajar la fiscalidad a las empresas para que logren sobrevivir y contraten más mano de obra, reduciendo así la tasa de paro, con efectos positivos también para los emprendedores. Un 55,9% opina que «hay un elevado número de impuestos que restringe la creación/liquidez de los autónomos».
  • Fortalecimiento de las diversas opciones públicas/privadas de financiación en todas las etapas del proceso emprendedor, especialmente del innovador, tecnológico e industrial. La inversión pública en I+D+i no debe minusvalorar ni chocar frontalmente con el gasto público en sostenibilidad e inclusión social, pero tampoco quedar relegada para priorizar el destino de fondos a estas otras necesidades. Los expertos reclaman «mayor diversidad y acceso a fuentes de financiación públicas/privadas».  
  • Potenciar el emprendimiento en todos los niveles de la educación viene siendo una reclamación lógica y habitual en las últimas décadas. Un mayor apoyo a esta actividad y tomarse más en serio su conocimiento desde colegios y universidades fomentaría el espíritu emprendedor, el desarrollo económico posterior, la generación de más valor para el tejido empresarial y los consiguientes beneficios en el mercado laboral. Su idónea y generalizada inclusión en las aulas traería importantes beneficios en el cambio de una mentalidad conformista en muchos jóvenes que solo se plantean su futuro como trabajadores por cuenta ajena. Un 23,5% de los expertos detectan una barrera para emprender en las normas sociales y culturales.
  • Como refleja el informe de referencia, si los potenciales emprendedores no detectan oportunidades de negocio se crearán menos empresas (la mayor parte de los empresarios han sido primero emprendedores). Percibir una oportunidad de negocio es cuestión de cultura, ambición y mentalidad, porque quién jamás se plantee una aventura de esta naturaleza no identificará la oportunidad aunque la tenga delante de sus ojos.
    En la comparativa internacional, a la cabeza de los países que mejor puntúan en esta percepción se encuentran algunos tan dispares en su filosofía empresarial e indicadores económicos como Egipto, China, Arabia Saudita, Suecia o Polonia (todos ellos por encima del 70%), mientras que entre los países con menor puntuación se hallan India, Rusia, Japón y la propia España, con una percepción de oportunidades para emprender del 36,1%.En esta percepción subjetiva de conocimientos y habilidades para emprender, la media de los países con menos ingresos se sitúa por encima de aquellos con más ingresos.

En otro informe de GEM España, Situación del emprendimiento en España ante la crisis del COVID-19, las encuestas van por el mismo camino y las demandas por parte de las empresas a las administraciones públicas, para superar este estado de crisis, se reparten en el siguiente orden:

  1. Eliminar cuotas de autónomos: 73,2%
  2. Eliminar trabas burocráticas: 65,6%
  3. Líneas de crédito sin coste: 58,3%
  4. Reducir cuotas a la Seguridad Social: 55,9%
  5. Más ayudas para crear empresas: 40,4%
  6. Formación en nuevas tecnologías: 32,9%
  7. Ayudas para la expansión internacional: 23%

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A nadie se le escapa que en toda economía se hace imprescindible la presencia de un ecosistema emprendedor sólido, fuerte y saneado, apoyado eficazmente por políticas estatales, con todas las administraciones periféricas implicadas en su desarrollo. No olvidemos que los emprendedores de hoy son los empresarios del mañana. Una evolución que los gobiernos han de facilitar.
Ante una crisis económica y social del calibre que estamos sufriendo no deben desdeñarse las soluciones que potencialmente puede aportar este colectivo, como ha demostrado durante los últimos meses, contribuyendo con sus conocimientos y tecnología a paliar las muchas carencias que han quedado al descubierto en nuestro sistema sanitario. De esta manera, los emprendedores con más potencial tecnológico han puesto al servicio de la sociedad todos sus recursos, diseñando y fabricando mediante la impresión 3D respiradores artificiales, detectores de saturación de oxígeno en sangre, viseras de protección y todo tipo de aparataje médico y material sanitario. Una prueba más de sus fortalezas

- Disposición para adaptarse a las necesidades del mercado.

- Capacidad de respuesta rápida.

- Y, en muchos casos, actividad social.  

Por último, aunque resulte una opinión muy manida, no deja de tener sentido lo que afirman muchos economistas, sociólogos y expertos en management sobre el hecho de que en ciclos de crisis económicas agudas o en momentos de graves dificultades es cuando surgen las mejores ideas, el innato instinto de supervivencia de los emprendedores predestinados a cumplir sus objetivos valiéndose de las oportunidades que otros, más temerosos, desechan, tomando riesgos, desplegando todo su talento y plantando cara al infortunio con la determinación propia de esos descubridores intrépidos que en el pasado siglo, abandonando su zona de confort, emprendieron aventuras y viajes peligrosos en condiciones extremas para intentar llegar a lugares que ningún ser humano antes había logrado y pasar a la posteridad. Unos se dejaron la vida antes de rozar el éxito con sus manos (Robert Scott o George Mallory); otros, más afortunados, lo consiguieron (Roald Amundsen o Edmund Hillary), pero todos ellos, por su audacia, ya forman parte de la historia.

El fragmento siguiente, que con ciertos reparos se atribuye a Albert Einstein, viene a reafirmar esta opinión.

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