Fondos Europeos de Reconstrucción

Ayudas
Autor
Jesús Pedroso

1,8 billones de euros parece una cantidad más que suficiente para arreglar cualquier desastre imaginable y estimular la reversión de sus efectos económicos y sociales en la UE para el período 2021-2027. Todo dependerá de su gestión por parte de cada país.

A mediados de abril de 2021 habían fallecido 77.000 personas en España, más de 1 millón en Europa y cerca de 3,2 millones en todo el mundo. Cifras que pocos se creen porque cada país contabiliza sus casos de aquella manera. De lo que no hay ninguna duda es que para todos ellos no habrá reversión posible ni nueva normalidad ni futuro. Son las consecuencias sanitarias de una pandemia global.

Lo que ahora se intenta solucionar con un desorbitado trasvase de fondos en la Europa de los 27 es el desaguisado económico que nos está dejando el bicho.

El pasado 11 de febrero el Parlamento Europeo, en medio de duras negociaciones y promesas de los jefes de Estado y de Gobierno, aprobó el Mecanismo de Recuperación y Resiliencia, con 672.500 millones de euros en préstamos y subvenciones. Este “mecanismo” forma parte de un “instrumento” mayor de recuperación (no estamos hablando de ingeniería mecánica), al que han denominado  NextGenerationEU, dotado con 750.000 millones. Es decir, el mecanismo constituye el 90% del instrumento. ¿Y el otro 10%? Pues en su mayor parte irá a parar al REACT-EU (Ayuda a la Recuperación para la Cohesión y los Territorios de Europa).

NextGenerationEU ha sido concebido para paliar las necesidades más urgentes e inmediatas a corto plazo. Tiene carácter temporal y se prevé que suponga un impulso a las economías más desfavorecidas.

El presupuesto de la UE a largo plazo es de 1.824.300 millones de euros, con el horizonte puesto en una Europa más ecológica y digital. Y más resiliente. Todos hemos de ser resilientes, no nos queda otra opción. Se avecinan décadas difíciles porque una gran parte del dinero que reciban los países será en concepto de préstamo y habrá que devolverlo. España e Italia presentan su candidatura a ser los países miembros más “rescatados”, por lo que sus economías deudoras y las de sus ciudadanos sufrirán los efectos más dolorosos. Concretamente, aquéllos con rendimientos del trabajo e ingresos por actividades económicas, protagonizarán el papel principal de colaboradores necesarios en la obtención de ingresos para el Estado, bajo el yugo de la presión fiscal, a no ser que, en un arranque de creatividad, las autoridades encuentren medios más eficaces para surtir de dinero a las arcas nacionales.

trabajo

Las pymes, no solo las grandes empresas, tienen la posibilidad de beneficiarse de estos préstamos y subvenciones. Aquéllas con proyectos más sostenibles y que apuesten por la digitalización tendrán más posibilidades de acceder a estas ventajas.

Ahora le toca a los gobiernos hacer su trabajo, empezando por presentar a la Comisión Europea las propuestas para optar a los Fondos de Reconstrucción antes del próximo 30 de abril, fecha en la que expira el plazo para su presentación.

El esfuerzo acometido da la sensación de jugárselo todo a una sola carta, al “todo o nada”. Además, en lo concerniente a España, las dudas sobre la futura gestión de estos fondos por parte del Gobierno resuenan cada vez con más intensidad. Habrá que esperar para comprobar el resultado. Las instituciones económicas europeas nos van a fiscalizar -no ya con lupa, sino con microscopio- para que no nos desviemos un ápice de los objetivos impuestos en el destino de esos fondos. Con su dinero no se juega.

¿Saldremos adelante? Seguramente sí, pero inevitablemente quedarán víctimas por el camino. Sanitarias, económicas y sociales. Las guerras son así.


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